En cualquier faceta de la vida y, también en el póker, si empleamos terminología vaga, imprecisa y errónea, terminamos por obtener conclusiones inadecuadas. Un ejemplo muy claro de todo esto, es el que viene vinculado con la propia concepción de lo qué es la agresividad, que está tan de moda últimamente.
Es comúnmente aceptado que, si se quiere tener éxito en el póker Texas Holdem, hay que ser agresivo. Pero no se trata de andar a golpes con nadie, ni tampoco tratar de ser duros, sino de comprender el sentido auténtico de la propia palabra.
Aunque es un concepto muy manido últimamente por todas las élites que conforman el mundo del póker, se advierte, sin embargo, que existe un elevado grado de confusión, y esto puede llegar a generar confusiones en el juego de cualquier aprendiz.
Muchos relacionan agresividad con salvajismo o violencia, lo que, en la práctica, se traduce en apuestas excesivas o en acciones desmesuradas. Pero deberemos ser precavidos y tener cuidado, ya que en el póker Texas Holdem el significado de agresividad es otro.
Ser agresivo implica ser activo. Convertirse en alguien quien toma el control y manejo de la mesa de juego. Significa concebir y ejecutar jugadas que condicionen al resto de adversarios. Por el contrario, no significa expulsar a la gente con 3bets constantes y con valores en ciegas desorbitados. El overbet, es casi siempre nocivo.
El problema con toda esta nueva concepción que se le da a la agresividad en el póker Texas Holdem, es que se manea y se interpreta mal, es un problema de dos direcciones. Alude a una tendencia a actuar de manera decidida y resuelta, lo contrario de la pasividad, y la connotación que tiene el término de agresividad en inglés es distinta, pues más que ver con la concepción castellana, es más correcto relacionarla con iniciativa.
En el póker Texas Holdem actual, la agresividad es un estilo deliberado, enérgico y muy arriesgado y es un atributo necesario y valioso de todo gran jugador. Pero ojo, evidentemente siempre y cuando tengamos en cuenta que no es volvernos unos auténticos psicópatas, sino en cuanto a que tenemos que ser los dominadores de la mesa.
