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El efecto de la avaricia al jugar al póker

El efecto de la avaricia al jugar al póker

La avaricia es uno de los pecados capitales, según el credo católico, que está fuerte e íntimamente ligado con el mundo del póker.  La avaricia, realmente, es un pecado que está relacionado con la acumulación  de ganancias, tratando de acumular riquezas de modo conspicuo.

La mayoría de las personas que invierten su tiempo al jugar al póker, realmente, lo hacen en busca de ganar dinero y no suele conllevar otro tipo de retos personales detrás. Es lícito la búsqueda del incremento del patrimonio al jugar al póker, pero como todo en esta vida, tiene sus límites y hay que poner cerco a determinadas prácticas.

En muchas ocasiones, es la propia avaricia la que lleva  a muchos jugadores a estamparse y a quemar su banca, ya que la búsqueda desenfrenada de ganar más y más dinero, provoca reacciones poco sanas en el ser humano. Esto se manifiesta cuando se comienza a jugar al póker, ya que se juega en niveles superiores de los que estamos preparados en busca de un mayor éxito a todos los niveles, aunque lo que prima es que son círculos donde se mueve más dinero.

Habría que preguntarse, por tanto, una cosa fundamental, ¿es mala la avaricia? Es negativa, desde el punto de vista que no tenemos auto control para ser capaces de decidir cuándo queremos parar y que ese ansia nervioso no nos domine a la hora de jugar.

En el momento que dicha emoción deja de ser sana y se torna en sumamente agresiva es cuando deberíamos preocuparnos seriamente y tener que intentar y tratar de ponerle cerco a este pernicioso sentimiento que nos agrede y enturbia nuestra mente.

Tener la motivación de ganar más dinero y poder encontrar en el póker una fuente de ingresos extra, no es para nada negativo. Tenemos que tratar de ser inteligentes y saber dónde se encuentra la línea divisoria.